miércoles, 16 de diciembre de 2009

Pasadas dos horas de la medianoche el silencio reinaba en el paradero, pues fuera de lo evidente no había visto hasta entonces que quedase nadie sin recogerse un martes cualquiera. El conjunto de viviendas que descansaban en las aceras de aquella calle demostraban una paz en su interior inamovible, que se reflejaba tras las persianas bajadas.

-Lo sabía. Sabía que hoy iba a ser un mal día. Desde que me he levantado lo sabía. Y yo soy intuitiva para estas cosas, la verdad. Incluso antes, cuando aún tenía esperanzas de que iba a ser un buen polvo “anda Íria aún te vas a librar” pero qué va. El muy capullo ni se ha esforzado. Sólo ven agujeros que rellenar, dí que sí, obsoletos... ¡Y ahora este trasto! ¡Lo último que me faltaba! Pero algún día iba a pasarme, ya se veía venir, ¡uy! Y desde lejos ¿eh? Que es una carraca... pero ¿CÓMO VOY A IR EN AUTOBÚS? Porque podríamos hablar del precio, estafadores, que es lo que son, bueno con eso y con todo, pero ¡es que huele mal! Y de buena mañana, sí, sí, sin exagerar...no lo entiendo. No entiendo a la gente. Y mi madre ¡DIOOOS! !Es desquiciante! "¿Y dónde vas ahora? ¿A estas horas? ¿Y por qué?" Y...y...ARGH! Quédate con tu maldita tribu de los Bossani. ¿Cómo lo acertará? Si me viera ahora... “te lo dije, te lo dije... ñi ñi ñi ñi ñi”.

Mientras mi empeño nublaba con fuerza la incoherencia de arreglar aquel trasto, ensimismado me evadí del monólogo de quejas de la histérica muchacha, no sin poder evitar de vez en cuando hacer ademán de girarme hacia ella como si quisiera asegurarme de que no se alejaba demasiado.

Madre mía quién me mandaría a mí meterme en nada... ésta chica está loca, sí, está muy tarada ¿qué me está contando ahora de la tribu Bossani? Creo que me he dejado el cáñamo sobre la mesita, mierda. Joder mi madre va a echarme un sermón en el desayuno... ¡¡Ésto no hay manera de hacerlo funcionar!! Necesito un cigarro. Por favor, qué pesadilla de mmujer, cállate un poco, tengo la cabeza colapsada de oírte...

-¡ESTA JODIDA CARRACA! Algún día de éstos va a poder conmigo... ¡PUES NO! ENE, O. N...O. CHATARRA, JODER. Una mierda. ¡UNA MIERDA! TODO. ¡QUÉ ASCO, JODER! ME CAGO EN TI Y EN TODOS LOS COCHES COMO TÚ! ¡¡AHHHHHHHH!!

A ver, ¿por qué diantres no va? ¡Si lo estoy haciendo bien! ¡Brrrr! ¡Que alguien calle ya a esta chica! Pero ¿cómo ha podido enrrollarse con ese mono? No entiendo al sexo femenino. Es guapa... ¡y estridente! ¿Cómo ha podido liarse ese mono con ella?... Esto no tiene arreglo...pero... ¡está histérica! A ver como le digo eso...

-¿QUÉ? ME ESTÁS MIRANDO COMO SI ESTUVIERA LOCA, ¿NO?. SI SEGURO QUE NO ME ESCUCHABAS! Ya sé, ya sé... pero ¡ha sido un mal día, ¿vale?! Se me pasa pronto... pero mientras no... ¿Yo no te he pedido que vinieras así que tampoco tienes de qué quejarte! ¡PERO ESCÚCHAME! ¡¿Qué no lo ves?! AHORA SI QUE ESTOY HABLANDO C-O-N-T-I-G-O.

No me podía creer que de verdad me estuviera riñendo después de la galantería que había empleado con ella sin ni si quiera conocerla tras el inoportuno percance que había sufrido su coche. ¿Como se supone que yo debía reaccionar? Me sentía aturdido deseando tener la suficiente paciencia para no estropear la comportura que había logrado mantener hasta entonces, aunque finalmente la perdí:

-¿PERO DE VERDAD VES NORMAL LA ESCENITA QUE ESTÁS MONTANDO? Sí, es verdad, tienes razón. No sé qué estoy haciendo aquí intentando arreglar TÚÚÚ coche- le espeté furioso.

-Perdona, Roberto, Guillermo, Steven o como te llames, pero nadie te lo ha pedido-dijo ella pareciendo que aguardaba mucho más aire en los pulmones del que yo tenía.-Me acabas de confirmar una vez más mis sospechas: tú no ibas a ser él diferente-añadió.

-¿Te piensas que he venido aquí sólo para ligar contigo o estás sugiriendo que soy idiota?

-Estoy sugiriendo que eres idiota porque has venido aquí a intentar ligar conmigo.

-En ese caso siento tener que ofender tu ego-gruñí.

-Pues entonces no sé que haces aquí aún, porque no veo que mi coche esté arreglado, señorito-no-quiero-ligar-contigo-pero-aún-así-intento-darmelas-de-manitas-sin-serlo.

-P...p...pues...pues...yo tampoco sé que hago aquí. Yo no soy quien tiene que llamar para que vengan a buscarla porque a estas horas es inútil esperar que pase alguien que pueda cargarte la batería- sentencié, pero sin la absurda intención de moverme, porque incluso sin sospesar los pros y los contras sobre irse o no, no hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que no era una buena idea dejarla sola allí.


Ambos nos quedamos en silencio. Por un momento me embriagó una risa sorda al ver frente su peugeot del 82 un taller mecánico ya que se había convertido en una situación de lo más irónica. Un gato salió veloz de un cubo de basura que había ante un bar cerrado desde hacía meses, sobresaltándome de tal manera que el susto me hizo golpear la nuca contra el capó del coche.
Todavía con la cabeza agachada y las manos calmando el impacto del golpe, la oí reirse a carcajada limpia. Estaba claro que no iba a tener la delicadeza de disimular. Yo la miré con el ceño fruncido indignado aún por haberme quedado. Sin darme cuenta olvidé la pretensión de intimidarla con la mirada y caí, víctima del contagio, en una risa tan estridente como la suya.

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