viernes, 17 de julio de 2009

ECHAR AL VACÍO


***Esperamos cosas de la vida a diario, incluso cuando no sabemos que estamos esperando. Esperar es sólo el comienzo. Esperamos hasta cuando no hacemos nada para intentar ganárnoslo. A veces todo intento por encontrarte con lo inesperado fracasa y la rutina gana la batalla e ingenuos seguimos pensando que aún no la guerra. Esperamos en la parada del metro, en la ducha, en el trabajo, y en el bar de la esquina con una cerveza y un cigarro entre las manos después de dos horas de filosofar con el camarero, mientras los líquidos de tu cuerpo ejercen la fuerza natural que te obliga a levantarte e ir al lavabo.***



Empujé la puerta con el mapa de carretera dibujado justo en el centro (lo que indicaba que podía pasar al baño de caballeros por la leyenda urbana de que teníamos más orientación para entender los mapas –nunca me acordé de mirar cual era el logotipo del baño de mujeres-). Lo cierto es que entré a prisa, sin mirar ni perder demasiado el tiempo en el baño, o eso pretendía, hasta que oí el sonido de algo que las cerveza no me dejaban definir, por lo que, inconscientemente, alcé la vista de mi bragueta encontrándome con la imprevista escena de una chica apoyada en la pared, moviéndose al vaivén del hombre que la cogía, sospecho por los jadeos, que invadía, también. Me quedé un segundo ofuscado sin saber si habían decidido hacer caso omiso al advertir mi presencia, o que la entrega que sentían el uno por el otro era tan intensa que ni se habían percatado.

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